Hoy sabemos que el 40% de los cánceres se deben a alteraciones celulares causadas por agentes externos. El resto de los casos, explican los expertos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), puede deberse a mutaciones espontáneas de los genes o por la acción de algún factor externo que aún no se ha identificado. Esta es una de las vías de investigación principales en la actualidad.
No obstante, en 1924, el fisiólogo alemán Otto Heinrich Warburg (Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1931) vaticinó un camino prometedor para el conocimiento de la enfermedad, al observar diferencias muy significativas entre el metabolismo de las células normales y el de las células cancerígenas.
"La causa principal del cáncer es el reemplazo de la respiración con oxígeno, el que se produce en las células normales del cuerpo, por la fermentación del azúcar", afirmaba en su artículo The Prime Cause and Prevention of Cancer. En otras palabras, si bien es cierto que todas las células obtienen su energía de la glucosa que les proporcionamos con los alimentos que ingerimos, la manera de metabolizar estos azúcares es diferente en cada caso. En las células sanas, la energía se obtiene por respiración. Mientras que en las cancerígenas se produce un proceso veloz de fermentación láctica de la glucosa para obtener la energía, por lo que la ingesta de azúcares es mucho mayor. Es lo que se conoce como efecto Warburg.
Ahora, y tras nueve años de investigación, un estudio publicado en Nature Communications se adentra en el proceso metabólico de estas células. "Nuestra investigación revela cómo el consumo hiperactivo de azúcar de las células cancerígenas conduce a un círculo vicioso de la estimulación continua del desarrollo y crecimiento del cáncer", explica en Science Alert Johan Thevelein, de la KU Leuven en Bélgica.
El equipo belga de científicos utilizó células de levadura que, al igual que las cancerígenas, comparten la característica inusual de favorecer la fermentación del azúcar sobre la respiración. Así, observaron el vínculo entre la fermentación y la activación de las proteínas Ras, que estimulan la proliferación de levaduras y células tumorales.
Este exhaustivo estudio revela cómo el azúcar influye en el crecimiento de células cancerígenas y explica la correlación entre la fuerza del efecto de Warburg y la agresividad del tumor. "Este vínculo entre el azúcar y el cáncer tiene consecuencias radicales", continúa Thevelein. "Nuestros resultados proporcionan una base para la investigación futura en este campo, que ahora se puede realizar con un enfoque mucho más preciso y relevante".
Encontrar la forma de cortar el suministro de azúcar a las células cancerígenas sin que las sanas se vean afectadas. Esa es la cuestión y el objetivo de las próximas investigaciones.
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